sábado, 26 de marzo de 2011

Los Héroes de Fukushima. Fukushima Heroes.

Hoy es un día de reflexión. Quizás ya llegó ese día al que se referían mis padres, cuando yo no era más que un niño, con un sutil “ya lo entenderás cuando seas mayor”.

Indudablemente, todos los seres humanos tenemos el afán de conocer y de seguir aprendiendo, y nuestra sed de conocimiento nos hace ser diferentes al resto de animales.
A lo largo de nuestra vida, llevamos en nuestra mochila una serie de preguntas que siempre utilizamos para tratar de comprender todas las situaciones o cosas que nos rodean: ¿Qué?, ¿Quién?, ¿Cómo?, ¿Cuándo?, ¿Cuánto?, ¿Dónde? y ¿Por qué?.

Como cualquier hijo de vecino, un día me aventuré a conocer el significado de superhéroe. Mi madre, con la contundencia que le caracteriza, me dijo que “un superhéroe es aquella persona que dispone de poderes para eliminar a los malos y hacer que la gente pueda vivir en paz”. El concepto me quedó bastante claro en aquel momento.

A medida que fui creciendo, aplicaba dicha definición a la infinidad de personajes animados que iban relacionándose con mi vida; Goku, Batman, Superman, Spiderman y un largo etc. Estos personajes trastocaron mi idea de “superhéroe”, pues ya me mostraban que no sólo tenían súper poderes y que trataban de hacer el bien, sino que además sabían luchar, se enamoraban, tenían diferentes técnicas de ataque, etc.
Esto, me hizo entender que un héroe es “un ser poderoso, el cual no tiene por qué ser necesariamente un ser humano, que dispone de poderes mágicos, que tiene una infinidad de armamento, posee diferentes técnicas de lucha y que se dedica a salvar a los demás, así como a enamorarse de una chica de ensueño”.



Recuerdo que todos los niños teníamos el sueño de ser un superhéroe algún día. Sin duda iba a ser complicado encontrar una lámpara mágica que nos diera la oportunidad de obtener un sinfín de poderes, pero luchábamos por ser admirados por los demás. ¿Quién no se ha sentido como un héroe, en el recreo, cuando salvaba a sus compañeros, aunque por uno mismo primero, jugando al escondite?. Aquel que conseguía la hazaña, llegaba al éxtasis de la felicidad, cuando sus compañeros venían a darle las gracias y comentaban con él la “repetición de la jugada”.



Cuando nos hacemos mayores perdemos esa magia e ilusión que tenemos de niños y todo se reduce a ser una persona competente y responsable, es decir, un ciudadano ejemplar, con una familia y un trabajo. Pero no sólo perdemos la ilusión, sino que además nos damos cuenta que tenemos que desechar muchas de esas definiciones que hemos ido aprendiendo desde niños porque no se ajustan con la realidad.

¿Qué es un superhéroe? Es, entre otras muchas, la pregunta que ronda continuamente por mi cabeza. Pero llegó el día, pues no sólo soy mayor, como me advertían mis padres, sino que además estoy seguro de que he encontrado su verdadera esencia.

La respuesta a la ansiada pregunta la encontré pocos días después del 11 de marzo de 2011, tras una de las catástrofes naturales más duras de los últimos tiempos, el tsunami de Japón. Con los ojos atentos a las imágenes que nos ofrecían las noticias sobre aquel asunto, algo entró a través de mis oídos y me dejó conmocionado.

Algunas centrales nucleares habían sufrido graves daños con el consecuente peligro que trae consigo la radioactividad. Un grupo de personas, enviados por el gobierno nipón, entraron en estas centrales de la manera tan organizada que caracteriza a los japoneses, con la misión de refrigerar la central y evitar males mayores. Por supuesto esta misión, solo estaba diseñada para auténticos héroes, pues los daños que habían recibido las centrales los hacía exponerse a un alto índice de radiactividad, con el consecuente riesgo que pudieran afectar a su salud.



Podían haberse negado, podían haber huido, haber fingido su propia muerte, podían haberse escondido, pero esas personas siguen 16 días después expuestos a la radioactividad, todo por salvar a su pueblo, a sus familias, no importa el reconocimiento que se les dé después de todo esto, si es que consiguen salir con vida, ni que sus nombres vayan a lucir escritos en letras de oro en las páginas de la historia del pueblo nipón. El gobierno nipón les ha pedido que sigan con su labor hasta que la radioactividad les mate, quizás una petición a la que no todo el mundo estaría dispuesto.

Por la valentía, por dar su propia vida por los demás, por ejercer una labor que tiene un alto precio, por luchar contra “los malos” sin “súper poderes” más que con la fuerza de sus corazones, a este grupo se le ha bautizado como “los héroes de Fukushima”.
 No sólo tendrán mi más sincero reconocimiento, sino que me han mostrado más de una respuesta con su trabajo; ¿Qué es ser valiente?, ¿Existe alguien así?... y quizás y más importante, a mis 25 años me han dado el verdadero significado de que es un súper héroe.


2 comentarios:

  1. Conmovedora y humana tu solidaridad, como todo lo que se intuye en tus textos y comentarios. Enhorabuena por el blog. María Jesús.

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  2. Muchas gracias, aunque intentaré seguir mejorando día a día.

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