Pese a no tener tiempo últimamente (trabajo, estudios,
etc…), creo que en esta ocasión, debo hacer una pausa en mi frenética recta
final de año y de cuatrimestre Universitario, para hacer mención de un día
sencillamente inolvidable.
Los cordobeses siempre han soñado, desde hace mucho tiempo,
con que un grande del fútbol Español, Barcelona o Madrid, pisaran el estadio
del nuevo Arcángel. Teníamos esa oportunidad más cerca que nunca, pero había
que eliminar a un primera división, la Real Sociedad. Tras conseguir la hazaña,
conocíamos la noticia que tanto tiempo habíamos esperado. El Barça visitaría
nuestra tierra y la curiosa fecha, de tan ansiado sueño, sería el 12/12/12.
El día iba a prometer desde muy temprano. En Twitter, Gerard
Piqué escribía “Después de aterrizar en
Sevilla, 1 hora y media de autocar dirección Córdoba… Debe ser la única ciudad
de este país que no tiene aeropuerto”. El comentario corrió como la pólvora
y los Cordobesistas más pasionales y aquellos a los que yo denomino
Madridistas-VerdiBlancos (yo formo parte de los Culés-VerdiBlancos)
aprovecharon para atacarle, por la ya mencionada red social. Piqué trato de
explicarse con un “A mí encanta ir en
autocar. Viajes de estos hacen equipo. Me refería a que los aeropuertos han
sido una de las ruinas de este país” y con un “El que lo entienda como una queja a Córdoba no me conoce… El nivel
intelectual de algunos no llega para entender la ironía. ¡Así vamos!”.
Personalmente, tengo que reconocer que el primer tweet me sorprendió, pero con
la posterior aclaración entendí sus palabras. Aunque para algunos el daño
estaba hecho y no había marcha atrás, además la coletilla del “nivel
intelectual” solo sirvió para que los más “merengues” pudieran manipular sus
palabras y caldear un poco más el ambiente.
Lejos de la polémica que entornaba al partido, yo tenía
otros problemas de mayor importancia. Listo para marchar con mi prima y mi
“primo” (su novio) al estadio, iba rezando porque el alma caritativa de la
entrada me permitiera pasar, y es que llevaba el carnet y entrada marcados con
el nombre de Marta (mi prima y hermana de la prima que me acompañaba). Pensando
todo tipo de artimañas mientras guardábamos cola en el acceso al estadio, se
iba notando el ambiente de fiesta. Y llegó el momento delicado de la noche. El
revisor cogió, sin mirarme a la cara, el carnet y la entrada y observó que
efectivamente coincidían los nombres de ambos, levantó la vista y al ver que mi
cara transmitía poco de Marta, se me quedó mirando con una ceja levantada, a
modo de sospecha, sin saber que decirme o hacer.
No hablé, pero hice un gesto sutil con la cabeza a modo de “no digas nada amigo y dejarme pasar, que te prometo que voy a ser bueno”, se ve que el mensaje caló a los sentimientos del revisor y me devolvió la entrada y el carnet y me dijo las palabras que me llevarían al paraíso, “pase”.
No hablé, pero hice un gesto sutil con la cabeza a modo de “no digas nada amigo y dejarme pasar, que te prometo que voy a ser bueno”, se ve que el mensaje caló a los sentimientos del revisor y me devolvió la entrada y el carnet y me dijo las palabras que me llevarían al paraíso, “pase”.
Ya encajado en mi asiento, no podía dejar de mirar a mis
ídolos. Ojos como platos y boca abierta hasta los tobillos, no podía dejar de mirar
a aquellos que me hicieron llorar levantando la Champions, la Copa del Mundo o
la Eurocopa, entre otros títulos. Concentrados pero tranquilos tocaban el
balón, sonreían, comentaban, etc… en el otro extremo, el Cordoba C.F.
concentrados, rostros serios y seguramente nervios y ganas de dar una alegría a
la afición.
Un detalle antes del partido es que cada vez que Piqué
tocaba la pelota le chiflaban por todo el revuelo de la mañana.
Y llegó la hora, los equipos saltaban al terreno de juego y
el estadio construyó un mosaico en el que se podía leer “La Copa Mola” lema que
lleva por bandera, esta temporada, el Cordoba C.F. y el estadio, al unísono y a
capela, cantó el himno del equipo verdiblanco.
Justo el plus que le hacía falta a nuestros jugadores para
tratar de igualar fuerzas contra el mejor equipo del mundo (segundo para otros,
claro). Esa energía la recogió el equipo cordobés y apretó con fuerzas los
primeros minutos, generando dos claras ocasiones de gol que no llegaron a
materializar.
Entonces llegó el mejor jugador del mundo (igualmente
segundo, tercero o cuarto para otros…), Messi, para realizar, a los 10 minutos,
el tanto para el equipo azulgrana y devolvernos cruelmente a la tierra.
Me sabía mal no celebrar un tanto del equipo al que amo,
pero es que en esta ocasión, y sin que sirva de precedente, iba con el equipo
de mi tierra que tanto está luchando por colarse en la división de honor del fútbol español.
La primera parte finalizó con un Córdoba muy entregado y con
las esperanzas de alcanzar el empate, ya que habíamos visto, en un gol en fuera
de juego, que se les podía marcar en cualquier momento, pero siendo realistas
nuestros jugadores se estaban dejando el alma y no sabíamos si la segunda parte
podía venirles algo largo.
Durante el descanso pudimos disfrutar de la canción de “La
copa Mola” y reírnos viendo a Koki fallando el penalti de su vida.
En la segunda parte las oportunidades fueron decantándose a
favor del equipo azulgrana, comenzaban a funcionar y teníamos que frenarlo
inyectando un poco de ánimo a nuestros jugadores. Fue entonces, en el minuto
54, cuando todo el estadio se puso en pie mostrando las banderas, bufandas o
cartulinas del mosaico y cantamos a capela el himno del Córdoba C. F.
Los gladiadores blanquiverdes recibieron nuestra energía y
fueron a por el empate a sabiendas de lo que podía suponer intentar jugar en la
mitad del campo azulgrana. Los jugadores del Barcelona comenzaron a hacerse con
el control de la bola, a abrir el campo, a tirar desmarques y rápidas paredes,
lo que hacía que se fuera debilitando poco a poco nuestro sistema defensivo y
fue cuando Messi aprovecho para realizar el segundo tanto.
Con el marcador a su favor y la tristeza tanto en el equipo
cordobesista como en la afición, el Barcelona desplego su juego generando más
ocasiones y haciéndose con el control del partido.
El partido acabó y una vez más quisimos agradecer el
esfuerzo a nuestros jugadores cantando el himno, pero hubo un detalle muy
peculiar. Piqué fue, probablemente, el único jugador del Barcelona que reconoció
en el césped a la afición, posicionándose en el centro del campo y aplaudiendo
a toda la grada por el ambientazo de fútbol que habíamos dado durante todo el
partido. Evidentemente, la afición reconoció el gesto y aplaudió al jugador
sellando la paz por lo ocurrido a lo largo del día. Además el futbolista regalo
su camiseta a la grada y declaro en Twitter “Buena victoria contra el Córdoba
CF en El Arcángel!! Este equipo y esta afición se merecen estar en Primera!
Ambientazo!”.
Así fue el día en Córdoba el 12/12/12, sin duda un día para
estar orgullosos de nuestro equipo, de nuestra afición y de nuestra tierra por
estar a un alto nivel y por plantar cara al mejor equipo del mundo. Gracias
Córdoba.
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